Solas


Opera prima del director Juan Antonio Bermúdez de 1999, la película cambio la historia del cine andaluz, fue trascendental para la cultura audiovisual andaluza, y supo separarse de cierta tradición de la representación de Andalucía sin renunciar a lo reconocible.


María (Ana Fernández) malvive en un oscuro apartamento de un barrio miserable de Sevilla trabaja eventualmente como chica de la limpieza, y descubre que esta embarazada de un hombre con no la ama, su soledad es tan grande que su único consuelo es la bebida. Su madre (María Galiana), ha consumido su vida al lado de un hombre violento e intolerante, con motivo del ingreso de su marido a un hospital, la madre visita a su hija y se entra que quedar unos días con ella.


La hondura de los personajes


Zambrano para su debut en la dirección, realizo un guion simple, pero a la vez intenso sobre temas como las relaciones familiares fragmentadas y una temática social. Una familia que ha sido destruida por los malos tratos, el alcoholismo y la incomunicación. Para eso se apoyo completamente en la dirección de las actrices, muy bien elegidas como María Galiana y Ana Fernández y extraordinariamente secundadas por Carlos Álvarez y Antonio Dechent.

Parte del éxito de “Solas” pertenece a sus dos protagonistas Ana Fernández y María Galante, la primera recibió un Goya a “mejor actriz revelación” y la segunda a “mejor actriz secundaria”



Para su opera prima, el director andaluz Zambrano, trabajo con un bajo presupuesto rodando una historia de la España profunda mayoritariamente en interiores , pero con personajes que resultan cercanos y bien definidos. Sus diálogos, palabras y frases son crudas del día a día y de la calle y todo con un valiente acento andaluz muy sevillano, aunque es una película donde el silencio dice más que las palabras.

Las localizaciones son muy acertadas, dan ese ambiente de marginalidad, pobreza y mendicidad que la historia requería.


La película del joven cineasta sevillano Benito Zambrano ganaría el premio del público en el “Festival de Berlín” en 1999, donde tuvo excelentes críticas.

La obra del director contiene una dedicatoria final “A mi madre, a todas las madres”, Pedro Almodóvar confesaría que la película era un maravilloso “canto a la maternidad” y la que más le había gustado de 1999.